Jardín de las Tullerías

Cuando uno sale de la estación de metro de Tullerías o la Concordia puede ver frente a él un extenso y hermoso parque por el que transitan cientos y cientos de turistas y lugareños. Si venís desde la Plaza de la Concordia posiblemente las vistas de estos Jardínes de las Tullerías sean mucho mejores.

Situados a orillas del Sena, y muy cerquita del Museo del Louvre, estos jardines toman su nombre del antiguo Palacio de las Tullerías, al cual pertenecían. Aquel palacio del siglo XVI fue incendiado en 1861, quedando tan solo sus jardines, que son los que hoy podemos ver. Esto lo convierten en el jardín más antiguo de París, y el primero que abrió sus puertas al público.

Podéis hacer el recorrido desde la Plaza de la Concordia, bajando hasta el Arco del Triunfo que hay frente a la Pirámide del Louvre, y que marca el final de los jardines. Es el típico parque con estatuas, muchas especies de árboles y plantas, estanques. Son algo así como Versalles, pero en pequeñito, ya que precisamente los diseñó el mismo autor, Le Notre. Seguro que os perdéis en ellos y os animáis a haceros unas fotos.

Si lo queréis visitar detalladamente, lo mejor es hacerlo en primavera. En otro momento, si os digo la verdad, no es un parque demasiado llamativo. Hay tal vez mejores parques en la ciudad, aunque este, al estar situado en un lugar tan turístico, está bastante concurrido. Si vais con niños hay un estanque en el centro en el que se pueden alquilar barquitos teledirigidos para jugar un rato.

El Jardín de las Tullerías, antes de la Revolución Francesa, era el lugar en el que los aristócratas y la nobleza parisina lucían sus mejores galas. Era el jardín del glamour, podríamos decir, un rincón donde se celebraban banquetes, puestas de largo, fiestas… Tras aquello, y con su apertura al público, todo cambió y se hizo un lugar más tradicional.

Posiblemente si os habéis llevado todo un día encerrados en el Museo del Louvre disfrutando de sus obras, quizás lo mejor sea dar un pequeño paseo por el Jardín de las Tullerías para despejaros, ¿no?.

Foto Vía Hotel Abbatial Saint Germain