Arco del Triunfo de París

Al final de la prestigiosa avenida de los Campos Elíseos, que parte de la Place de la Concorde (famosa por ser el emplazamiento de la Guillotina en la Revolución Francesa y por contar en la actualidad con uno de los obeliscos egipcios del templo de Luxor), se encuentra la Place de l’Étoile (Plaza de la Estrella), o de Charles De Gaule. Aquí, en el centro de esta plaza circular, podemos admirar otro de los símbolos de París, L’Arc de Triomphe (el Arco del Triunfo), con sus impresionantes 49 metros de altura.

Arco del Triunfo

Arco del Triunfo, en París

Su construcción se debió a Napoleón para rendir homenaje a la gloria de los ejércitos franceses, y tuvo lugar entre 1806 y 1836, a cargo del arquitecto Jean François Chalgrin, que se inspiró en el Arco de Triunfo de Tito que se encuentra en Roma. Sus paredes están decoradas con relieves que nos cuentan batallas ilustres. Ha vivido numerosos momentos importantes de la historia, como por ejemplo desfiles militares en las dos Guerras Mundiales, o incluso en 1840, el paso de los restos mortales del propio Napoleón, que en su origen quería construir el Arco del Triunfo en el barrio de la Bastilla.

Justo en el mismo lugar de la construcción del Arc de Triomphe, y en tiempos de Luis XV, hubo un proyecto de construir un elefante de 50 metros de alto que expulsara agua por la trompa, pero fue desestimado.
Debajo del arco central, encontramos la tumba del Soldado Desconocido que se erigió en 1921 en claro homenaje a todos los soldados de infantería que murieron en la Primera Guerra Mundial. Hay una llama encendida día y noche para honrarlos.

Tumba del Soldado Desconocido

Tumba del Soldado Desconocido en el Arco del Triunfo

En el interior del Arc de Triomphe hay un museo que cuenta la historia de su construcción, pero sin duda, una de las ventajas de subir los casi 300 escalones del Arco del Triunfo es disfrutar de una maravillosa vista de los Campos Elíseos, del barrio de la Défense y de la propia plaza (aquí podremos apreciar los picos de la estrella), donde reina el caos absoluto. De hecho, no existen líneas que marquen los carriles y como curiosidad, hay que saber que la mayoría de seguros de automóviles no cubren los accidentes ocurridos en la Plaza de l’Étoile. Por eso, para atravesar la plaza y poder visitar este monumento tan característico, hay que cruzar por los pasadizos subterráneos disponibles para los peatones.

Nuestra visita al Arco del Triunfo

Y quién podría separar a París de su Arco del Triunfo, o viceversa. Es lo que tiene la Ciudad de la Luz, una serie de monumentos que rápidamente podemos situarlos en la capital parisina. Cualquiera que viera las fotos de la Torre Eiffel, Notre Dame o el propio Arco del Triunfo, sabría perfectamente a qué lugar nos estaríamos refiriendo.

Arco del Triunfo de París

Momento sin coches viendo el Arco del Triunfo

Pues aquí lo tenéis, el Arco del Triunfo, en medio de una vorágine constante de coches, motos, autobuses y demás tráfico rodado. No creo que ni el propio Napoleón imaginara que su insigne monumento iba a resultar, aun en el siglo XXI, uno los grandes símbolos de esta ciudad.

Situado en la Plaza L’Etoile, en la Avenida de los Campos Elíseos, resulta sorprendente verlo al natural. Porque, claro, uno imagina cualquier arco del triunfo romano, y no tiene las dimensiones de este. Tanto si lo veis desde abajo, como si subís a él, os percataréis de su altura y su anchura. Para más detalles, mide cincuenta metros de alto y 45 de ancho.

Vista del Arco del Triunfo

Imponente Arco del Triunfo de cerca

Teniendo en cuenta que la idea original de su construcción vino de Napoleón, pues claro, te haces a la idea de que al emperador le gustaba todo universal. Además, el cometido de este arco era ensalzar las victorias del ejército francés. No en vano, en las paredes interiores se pueden leer los nombres de muchos generales ilustres y batallas ganadas por los galos.

A los pies del arco también se sitúa la Tumba al Soldado Desconocido, que quizás pase algo más desapercibida, ¿no?.

Porque a los turistas lo que les gusta es subir sus 284 escalones (aunque también se puede llegar a la cima en ascensor) y contemplar las vistas que se tienen desde el arco. Parece mentira que desde arriba se pueda distinguir una de las mejores panorámicas de la ciudad. Yo diría que incluso mejor que desde la Torre Eiffel, ya que esta es demasiado alta y no se aprecia con detalle París.

Pero, además de las vistas, los nombres de las batallas y los generales y la Tumba del Soldado Desconocido, en el interior del arco se puede visitar un pequeño museo, dedicado a los detalles de la construcción del monumento. Fijaros también en los grupos escultóricos que hay en los extremos del arco.

Aquel arco que ideara Napoleón en 1806, y que precisamente él no vio terminado, es uno de los grandes símbolos de la ciudad. Lo que son las cosas, aquel que lo ideó pasó bajo sus muros, en 1840, en su propio cortejo fúnebre. Me imagino que las piedras del arco aún lo recuerdan.