Un paseo por Montmartre

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Ubicado en una colina de 130 metros de altura, en la orilla derecha del  Sena, Montmartre es uno de los barrios más bellos y pintorescos de París. Está delimitado por las avenidas de Clichy y Rochecouart al sur, por la calle Caulaincourt al norte y por el cementerio de Montmartre al oeste. Un barrio para pasear por él a cualquier hora del día.

Las  pequeñas y empinadas callejuelas de este barrio parisino  conforman un entramado que incluye desde los más antiguos cabarets hasta las proximidades de la basílica del  Sagrado Corazón, llenos de restaurantes con terrazas y pintores. La zona es, sobre todo, conocida por la cúpula blanca de la iglesia situada en su cumbre.

Además, Montmartre  fue cuna de los impresionistas, de la bohemia parisina del siglo XIX. También fue el hogar de muchos artistas. Pasear por la parte alta de Montmartre es viajar a aquellas épocas. Toda una experiencia muy recomendable.

El arte callejero, los mimos, los pintores  y los músicos  determina la fisonomía de un barrio encantadora, ideal para pasear tranquilamente. En las calles adoquinadas existen muchos puestos artesanales, y cada zona está atestada de ateliers y artistas que se ofrecerán para realizar  un retrato. Además, recomiendo ver París desde la altura, concretamente, en la explanada de la basílica del Sagrado Corazón.

Por otro lado,  el funicular de Montmartre  asciende por la colina desde el sur, en tanto que el servicio de autobús la circunda. Colina abajo, hacia el sudoeste, se encuentra la zona roja. Hoy en día es principalmente conocida por la gran variedad de sex shops y prostitutas.

En esta parte del barrio, dominado por las plazas Blanche y Pigalle, el ambiente es totalmente diferente, se trata de una zona de ocio y espectáculos. Por ejemplo, sobresale el cabaret Moulin Rouge (1889). Cuando el barrio empezó a ser más visitado, los artistas se fueron a Montparnasse, en el lado opuesto de  París, en busca de inspiración.

Por último, el filme «Amélie» se ambienta en el Montmartre contemporáneo. Ese encanto romántico permanece vivo en este barrio parisino. Son las mismas calles que alguna vez vieron cantar en sus esquinas a una prometedora Edith Piaf, que trataba de ganarse la vida y forjarse una carrera.

Foto vía Pretty Hate Machine