Sigue la polémica por la construcción de una catedral ortodoxa rusa en el centro de París

La construcción de una catedral ortodoxa rusa en pleno corazón de París, un enorme edificio situado muy cerca de la torre Eiffel, se ha convertido en todo un asunto de Estado, que ha pasado de los despachos de arquitectos a negociarse directamente entre los gobiernos ruso y francés.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, soñaba con tener un centro ruso que mostrara en la capital gala el poderío de su país. Para ello contó con la ayuda de Nicolas Sarkozy, fiel aliado de esta aventura en tanto permaneció en la presidencia de la República de Francia.

Debido a ello  pudo hacerse con el gran terreno que durante años perteneció a los servicios meteorológicos franceses, que se mudaron a las afueras de la ciudad  dejando libre una parcela de  más 8.000 metros cuadrados por la que el Estado ruso pagó 70 millones de euros.

Un disputado concurso internacional reunió a 444 arquitectos de todo el mundo, de entre los cuales resultó ganador el hispanoruso Manuel Núñez Yanowsky, que diseñó un majestuoso espacio cubierto de una imponente cúpula de cristal, al mismo tiempo cúpula y fuente de energía solar.

Desde Rusia, el proyecto de Núñez recibió muchas  alabanzas. Pero la a desconfianza  creció en Francia, especialmente,  en la izquierda gala.

Todo se rompió en el 2012 cuando Sarkozy dejó El  Elíseo y llegó el socialista François Hollande, menos sensible a las demandas rusas. Además,   el alcalde de París, el socialista Bertrand Delanoë, se convirtió  en el principal azote del proyecto de Núñez Yanowsky.

Así, el alcalde parisino afirmó que las cinco cúpulas doradas que coronan el edificio, exigencia de toda basílica ortodoxa, dañaban seriamente la perspectiva de la torre Eiffel, situada a solo  500 metros.

Entonces, Francia aumentó su presión, se realizaron  una serie de informes negativos y, al final, Rusia acabó cediendo por temor a que el proyecto se perdiera en el olvido.

Así, el concurso internacional fue revocado y otorgado al arquitecto francés Jean-Michel Wilmotte, que había quedado segundo en la primera licitación y que pudo revisar su idea inicial para adaptarla a las nuevas exigencias del  Ayuntamiento de París

El diseño de la catedral  fue revisado a la baja y el resultado final  es una basílica menos esplendorosa, un edificio más modesto.

Por último, si los tribunales no lo impiden, el proyecto, que incluye la basílica, un centro parroquial, una escuela rusa y un centro cultural, empezará  a construirse antes del mes de junio y estará acabado dentro de alrededor de  dos años.

Foto vía La Información