Hasta el 14 julio de 2013, el museo de Quai Branly alberga una nueva exposición denominada» Cheveux chéris» («Cabellos queridos) que se adentra en la simbología del cabello, desde su aspecto más frívolo al más ritual, realizando un recorrido transversal por sociedades de del planeta Tierra.
En esta exposición se abordan los distintos usos y significados que se le ha dado al peinado en África, Asia, Oceanía y América, comparándolos con la cultura europea. Un hito más que interesante que atraerá a numerosos visitantes a lo largo de los próximos meses.
La transcendencia dada al cabello se nota en lo arraigado de su arte: la primera representación de un peinado puede encontrarse incluso en la llamada «Dama de Brassempouy», una estatua de hace más de 25.000 años.
La exposición refleja la amplia relevancia que los seres humanos han otorgado al cabello a lo largo de los continentes y de los siglos; a la manera de modelarlo para realzar a la persona o para denigrarla, para lograr gustar a los otros o para gustarse a sí misma.
La muestra presenta un interesante recorrido por casi trescientas piezas entre pinturas, esculturas, fotografías, reproducciones, objetos de culto y recuerdos personales.
Además, la exposición aborda la plasticidad de significados de la melena e incluso de su ausencia toda vez que un cabello largo lo porta un rey, mas también un ermitaño, un artista o un vagabundo, igual que una cabeza rapada puede pertenecer lo mismo a un bonzo que a un ‘skinhead’. La variedad es muy significativa.
lPor último, la muestra profundiza como a lo largo de los siglos, el cabello y sus formas se han asociado a la simbología religiosa y, para las distintas creencias, el hecho de rasurarlo (como realizan los monjes tibetanos), dejarlo crecer (como en el caso de María Magdalena), peinarlo en rastas (como se suele hacer en la religión rastafari) o cubrirlo con un velo (como se da en muchas mujeres musulmanas), son preceptos que entroncan ampliamente con cada una de las confesiones religiosas.
Foto vía L’Express