La Gare Saint-Lazare de París, la misma que en el año 1877 el célebre pintor impresionista Claude Monet inmortalizó en una serie de pinturas entre locomotoras y vapor, presenta su nuevo aspecto después de diez años de obras de mejora y remodelación. Ahora luce un fisonomía propia y digna de una estación ferroviaria del siglo XXI.
La Gare Saint-Lazare fue la primera estación de trenes de Francia, inaugurada en 1837 por la reina María Amelia de Borbón y Nápoles, consorte de Luis Felipe, como conexión entre París y el oeste del país galo. Era el sitio de donde salía la burguesía parisiense rumbo a las atractivas localidades balnearias de la costa atlántica, como la bahía de Arcachon.
Una década de restauraciones y unos 250 millones de euros renovaron, modernizaron y ampliaron ahora por completo la «gare», segunda estación de Francia y la tercera de Europa con más de 100 millones de pasajeros anuales. Así cada día más de 450.000 viajeros pasan por esta estación y 1.600 trenes circulan a toda las horas.
El tráfico de la Saint-Lazare es fundamentalmente hacia los trenes de cercanías que cubren las afueras de París, no obstante también transitan por ella varias líneas regionales y de media distancia. Por último, ofrece conexiones con hasta cinco líneas del Metro parisino, una línea del RER y con numerosos autobuses urbanos.
Además de los trenes que ponen proa a la región parisina y Normandía, la nueva Saint-Lazare cuenta con 10.000 metros cuadrados subdivididos en tres pisos de negocios, bares y restaurantes, así como de una farmacia, un laboratorio para análisis de sangre, estudios médicos, una guardería, un supermercado, una panadería, una óptica y hasta una oficina de colocaciones.
El edificio, que sobresale por ser la estación más antigua de la capital francesa, fue parcialmente catalogado como Monumento Histórico en el año 1979; dicha inscripción se amplió en 1984.
Foto vía The Mheu