Los cafés-teatro y los chansonniers

En París, existe una arraigada tradición de espectáculos en cafés, pero los cafés-teatro de hoy no tienen nada en común con los llamados cafés-concierto de finales del siglo XIX. Este tipo de entretenimiento moderno ha nacido a raíz de la falta de oportunidades para actores jóvenes y nuevos dramaturgos y, por otro lado, ante la imposibilidad de asumir alquileres de salas consolidadas por parte de los estudiantes de teatro.

Suelen ser común que los espectadores participen de alguna manera en las representaciones, y en los locales más pequeños, los actores puedan llegar a tan cerca del público que incluso puede incomodar.

Esta forma teatral está actualmente tan extendida en París que con frecuencia se ven carteles donde se anuncian clases para cafés-teatro o notas en las que se anima a la gente a unirse a pequeñas compañías.

Los cafés-teatro alcanzaron su apogeo en la década de 1960 y 1970 en las que desconocidos como Coluche, Gérard Depardiue y Miou-Miou debutaron en el Café de la Gare antes de triunfar en el mundo del cine.

Entre los espacios de calidad para ver a nuevos talentos figuran el Theatre d’Edgar y Le Point Virgule. Además, Cabaret Michou es un anticuado local muy popular donde predominan las sátiras burlescas.

Entre los tradicionales chansonniers (cabarés donde abundan las baladas, canciones folclóricas y el humor) destaca Au Lapin Agile en el corazón de Montmartre. La sátira política es el tema del Caveau de la République y de Deux Annes, también en Montmartre.

Otra modalidad de entrenemiento de café que con frecuencia se inclina por la teatralidad es el llamado café filosófico, que ofrece tertulias o debates filosóficos en los que diestros oradores toman la palabra para exponer sus ideas sobre temas como la guerra, la justicia o el amor y se anima al público a participar. Entre ellos sobresale el Café de Flore.

Foto vía Cupcakes da Yas