La gran transformación de París

En 1848, París sufrió una segunda revolución que provocó el fin de la monarquía francesa, recién restaurada. Ante la incertidumbre  reinante en el país, el sobrino de Napoleón Bonaparte aprovechó para hacerse con el poder del mismo modo que su tío: con un golpe de Estado. Se proclamó Napoleón III en 1851.

Durante su mandato transformó París en la ciudad más espléndida y espectacular de toda Europa. Para ello, confió la labor de la modernización al barón Haussmannn, que demolió las calles apiñadas e insalubres de la ciudad medieval y creó un trazado urbano geométrico con avenidas y bulevares. Además, los barrios próximos como Auteuil fueron anexionados para servir de suburbios.

Georges Eugéne Haussman (1809-1891) fue nombrado prefecto del Sena por Napoleón III. Durante 17 años, estuvo al frente de la planificación urbana de la capital francesa. Asesorado por los mejores arquitectos e ingenieros de la época, proyectó una nueva ciudad, mejoró el abastecimiento de aguas y el alcantarillado (las obras comenzaron en 1861) y creó preciosos parques. París se transformó de cabo a rabo a lo largo de estos años.

El plan urbano para el centro de París incluís un nuevo diseño para uno de los extremos de los Campos Elíseos. Haussmann diseñó una estrellas con doce amplias avenidas (algunas de ellas recibieron el nombre de varios generales franceses)  en torno al nuevo Arc de Triomphe.  En sus proximidades, se construyeron elegantes mansiones entre 1860 y 1868.

Además, en la década de 1870 se erigieron cincuenta fuentes en varias zonas humildes de la capital gala debido a la generosidad del francófilo inglñés, Richard Wallece. Por otro lado, en 1852, Napoleón III donó el Bois de Boulogne a la ciudad, conviertiéndose en un parque para caminar y montar a caballo.

Por último, otra novedad de esta época fueron los postes circulares en los que los representantes de ópear y teatro se anunciaban para todo París.

Foto vía  Paris Style