La Iglesia de San Eustaquio

Pues no sé qué me diréis vosotros, pero para mí la Iglesia de San Eustaquio es una de las más bonitas de París. No la conocí en mi primer viaje a la ciudad, precisamente. Tal vez fuera por aquello de estar más pendiente de otros rincones más turísticos para el primerizo. Al segundo intento me topé con ella, en pleno corazón de Les Halles, el antiguo mercado de París.

Me gustó su encanto de piedra gris y tejado azulado. Se construyó en el siglo XVII y, aunque por fuera es gótica, su interior es renacentista. Es como ver dos iglesias en una, ¿verdad?. Hermosa con sus arcos y pilares, bella en sus vidrieras y elegante en sus delicados y pequeños rosetones. ¿Una Notre Dame en pequeñito?. No lo digo yo, me lo dijo un lugareño al fotografiarla.

Pero claro, al intentar situarla en el objetivo de la cámara, casi tuve que darle la razón, porque las medidas de esta iglesia son enormes. Tiene 33 metros de altura, 43 de ancho y 105 de largo. Sí, posiblemente pueda ser algo así como Notre Dame, pero no en demasiado pequeñito.

Porque San Eustaquio también tiene sus razones para tener un hueco en el corazón de la historia de París. ¿Sabéis dónde hizo la comunión Luis XIV, el Rey Sol, dónde tuvo lugar el funeral de la madre de Mozart y dónde se bautizaron el Cardenal Richelieu, Moliere y la Marquesa de Pompadour?. Pues si, precisamente, aquí en San Eustaquio. Qué casualidad…

Si pasáis al interior de esta iglesia encontraréis una magnífica y enorme capilla mayor, además de numerosos cuadros de Rubens y un impresionante órgano de más de 800 tubos mediados del siglo XIX, el más grande de Francia. Con lo amplia que es esta iglesia, imaginaros la acústica que debe tener. Una pena que no haya tenido aún la oportunidad de oir ningún concierto de órgano en ella.

Y todo lo que podéis ver en el interior no es nada comparado con los tesoros que hoy nos podía haber enseñado si no llega a ser por el tremendo expolio de la Revolución Francesa. Si os gustan las iglesias, la de San Eustaquio quizás no os llegue tanto como Notre Dame, pero sí que os dará la pincelada que os faltaba para descubrir el encanto arquitectónico de la Ciudad de la Luz.

Foto Vía Wikimedia