La Catedral de Notre Dame

Y claro, si intentamos decir algo nuevo de Notre Dame, ¿qué decimos?. Porque de Notre Dame posiblemente se haya dicho todo, e incluso más. De esa Notre Dame esbelta y elegante, la de delicadas líneas, la que sube hasta el horizonte y se deja querer por el azul del cielo. Notre Dame es la Catedral de París, y la ciudad el templo de sus piedras.

No diremos nada nuevo si os comentamos que fue el Papa Alejandro III quien colocó la primera piedra de esta iglesia en 1163. Viéndola, parece mentira que sólo tardaran en construirla 170 años. Manos de oro debieron ser las que dieron vida a sus rosetones, sus pináculos, arbotantes y sus vidrieras.

A medida que vas subiendo el Sena, con el leve arrullo del agua, divisas la fachada principal de Notre Dame. Sus enormes torres, de 69 metros de altura, son la primera llamada a los sentidos. No olvidéis subir a ellas, ascender los 387 escalones para tener unas hermosas vistas de la ciudad y del río.

A los pies de la fachada, en la amplia explanada que se abre ante el templo, es imposible no detenerse unos minutos ante los detalles de la iglesia. ¿Dónde colocaréis el objetivo de vuestra cámara?. A mí me dejó tremendamente impresionado el Pórtico de la Virgen, tallado en el siglo XIII, además de la galería superior de los reyes de Judea e Israel.

Antes de entrar podéis dar una pequeña vuelta por la orilla de la iglesia, observando sus clásicos pináculos y arbotantes, sus vidrieras y sus míticas gárgolas. A ver si sois capaces de encontrar entre las torres de Notre Dame la Galería de las Quimeras, figuras que aparecen en muchas de las postales de París.

Para entrar en Notre Dame hay que hacerlo por la fachada oeste. Nada más acceder, hacia vuestra derecha, veréis las escaleras que suben hasta la torre. Os recomiendo que la dejéis para el final de la visita.

Ahora le toca el turno a este interior inmenso, con su nave central y las 37 capillas laterales. Desde dentro se puede apreciar mucho mejor la grandiosidad de sus rosetones, situados en las fachadas sur, norte y oeste. De todas ellas la que más me gusta es la de la fachada norte, que precisamente es la única original y data del siglo XIII.

No olvidaros de visitar la sillería del coro, realizada por encargo de Luis XIV, el tesoro de la sacristía y, especialmente, la estatua de la Virgen con el Niño, la Notre Dame de París, del siglo XIV, situada en la entrada del coro.

Esta es Notre Dame, la que albergó el juicio póstumo que declaró inocente a Juana de Arco, y la que vio coronarse a sí mismo a Napoleón emperador de Francia. ¿Y quién no recuerda a Quasimodo, el personaje de Víctor Hugo que vive en el campanario de la catedral?. Historias, mitos y leyendas para una catedral mágica.

Foto Vía Merlich

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