Eclipsado por grandes genios como Rubens y Van Dyck, Jacques Jordaens (1593-1678) es el menos conocido de este magnífico trío de pintores flamencos del siglo XVII. Esta pinto nunca había contado con una retrospectiva en Francia hasta la exposición «Jordaens 1593-1678, la gloria de Amberes» que se puede visitar en el Petit Palais, ubicado en la capital gal.
La muestra se puede visitar todavía hasta el 19 de enero. Está formada por más 120 obras que abordan la larga trayectoria de este artista, que mantuvo su prestigio y los encargos incluso cuando Amberes perdió su estatus de capital económica del continente.
Descendiente de una familia de artistas, algo muy habitual en una época en la que existían verdaderas dinastías de pintores, Jordaens logró un gran éxito profesional. Además, su taller, uno de los más rentables de la ciudad belga, albergó a muchos aprendices que colaboraron en la creación de las obras monumentales, lo que explicaa muy bien su calidad desigual.
Los lienzos, caracterizados por la utilización de colores vivos, abordan una temática muy variada que abarca desde grandes composiciones mitológicas hasta retratos de familia y escenas religiosas. Así, Jordaens sobresalió como decorador de fiestas y como pintor de las iglesias católicas de la contrarreforma, en un alarde de pragmatismo pues él mismo se había convertido al calvinismo.
Uno de los cuadros más sobresalientes de esta exposición es «Le roi boit» (1638-1640) que representa la típica celebración de una familia de la fiesta de la Epifanía en la que todos bebían cada vez que levantaba la copa quien había sido coronado rey después de encontrar un haba en su trozo de pastel.
También realizó algunos retratos, como el cedido por el Museo del Prado que enseñar al pintor junto a su mujer, Catharina van Noort, su hija, Elisabeth, y una criada, en una obra en la que Jordaens desafía a la tradición que dictaba que los plebeyos, aunque fuesen burgueses adinerados, tenían que posar de una manera austera.
Foto vía The Golden Cabinet