«Maniquí, el cuerpo de la moda», una interesante exposición en París

Hasta el próximo 19 de febrero, el Museo Galliera de París en «les Docks», junto al río Sena, alberga  una exposición titulada «Maniquí, el cuerpo de la moda», donde aborda la función de la «percha» humana en la creación de los grandes modistos mundiales.

La muestra, formada por alrededor de 120 fotografías, así como  vídeos y revistas de moda, es una notable retrospectiva que indigará en el papel de la «maniquí humana» desde el siglo XIX.

El elemento fundamental de esta muestra es la elección del punto de vista, que deja a un lado el del fotógrafo, el modista o la propia industria de la moda para centrarse especialmente en la visión de la modelo, que vive una oscilación ambigua entre sujeto y objeto.

En otros tiempos, eran las modistas o las dependientas de las tiendas las que posaban,  y pese a que en la década de 1930  varios nombres femeninos ya empezaban a sonar, no fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial cuando , se reconoció el trabajo de modelo como un oficio auténtico.

Los inicios no resultaron nada fáciles: en el siglo XIX se consideraba  deshonroso que las modelos vivieran de su cuerpo, por lo que aparecían sin cabeza para que nadie les conociese.

A partir de 1945, algunas modelos comenzaron a  despuntar, cobraron más y el oficio pasó  a organizarse en agencias de modelos. No obstante, el culmen llegará con  «top models» tan famosas como Naomi Campbell o Cindy Crawford en la década de 1980 y 1990,

De este modo, se ha pasado del maniquí anónimo a la «chica de portada», del perchero al «sex symbol», una transición que demuestra «el valor estético pero al mismo tiemo «humano» de las maniquíes.

En la exposición se podrán ver imágenes que ilustran los cambios de  la moda meidiante el  cuerpo por excelencia, el de las modelos, así como instantáneas de fotógrafos reputados  como Man Ray, William Klein, Irving Penn o Helmut Newton.

Por último, se expone una de las instantáneas que catapultarían a la fama a una joven Kate Moss, antes de que se erigiese en una de las maniquíes mejores pagadas de la historia, así como un vestido de novia de 1966 obra del  diseñador Cristóbal Balenciaga.

Foto vía El diario.es