Historia de las Catacumbas de París

¿Habéis oído hablar de las Catacumbas de París?. Porque, antes de visitarlas, os recomendaría conocer un poco de su historia. Así os puedo asegurar que la visita se hace mucho más emocionante y misteriosa. Imaginaros un enorme osario subterráneo situado en una pequeña sección restaurada de los túneles subterráneos de la capital parisina.

Las Catacumbas de París fueron abiertas al público en 1867, aunque ya venían siendo un pequeño e intrigante atractivo en París desde principios del siglo XIX. Pero, ¿porqué este osario bajo las calles de París?.

En el siglo XVII la mayoría de los cementerios de París que se hallaban en las iglesias estaban completamente saturados y desbordados. Tanto es así que, según cuenta la tradición, la gente comenzó a dejar de frecuentar estas iglesias y los lugares cercanos, ya que los vecinos y demás apenas podían soportar el olor de los cuerpos en descomposición.

Tras casi un siglo de cimes y diretes sin saber qué hacer, en el siglo XVIII se decidió crear tres grandes cementerior suburbanos en las canteras en desuso de la ciudad, para así enterrar a los muertos fuera de la capital parisina. Más de quince meses se tardaron en llevar los millones de huesos de los cementerios de las iglesias de París hasta estas catacumbas. Claro, sólo se podía hacer de noche y en viejos carruajes.

Las paredes de estas catacumbas aún guardan señales en las paredes hechas en el siglo XVIII, en las que se relata la pequeña historia del osario. Estos túneles han sido utilizados para muchas cosas, no os creáis. Precisamente en la Segunda Guerra Mundial sirvieron de refugio a la Resistencia francesa, e incluso los soldados alemanes establecieron allí un búnker.

Pero, a pesar de que hoy son un destino turístico bastante curioso e intrigante, desde finales del siglo XVIII se prohibió la construcción de más túneles y canteras para proteger la ciudad, ya que podían causar daños en el subsuelo y los cimientos de algunos edificios.

Se cree que en esas catacumbas descansan los restos de más de seis millones de parisienses. Hoy los huesos están apilados en forma de muralla. Permanece abierto un kilómetro y medio de estas catacumbas, cuando en realidad consta de unos 300. La visita guiada se hace indispensable ya que es fácil perderse por sus pasadizos, algunos de ellos demasiado estrechos y bajos.

Foto Vía Quhist

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