La Basílica del Sagrado Corazón

Cuando tras subir las empinadas callejuelas de Montmartre, llenas de artistas y otros que con sus truquitos se la dan precisamente de artistas, que es bien distinto, contemplas la blanca silueta de la Basílica del Sagrado Corazón, te das cuenta que París es distinto a todo lo que habías visto hasta ahora.

Desde aquella cima sus cúpulas blancas parecen vigilarlo todo, como un viejo centinela de mármol. Hay que subir un poquito para ver este monumento, sobre todo escaleras, escaleras y escaleras. Aún así, todo está envuelto de bellos jardines y una atmósfera especial, sugerente, bohemia. Estamos en Montmarte, que no se nos olvide.

A pesar de estas subidas y estas escaleras, yo os recomiendo subir hasta los pies de la basílica. Para los más comodones también existe un funicular, que os evita el peldaño a peldaño. Desde el funicular hay hermosas vistas, pero quizás el encanto no sea el mismo. Uno se cansa subiendo, pero es el esfuerzo previo a toda recompensa, ¿no?.

La recompensa es esta magnífica basílica de mármol blanco, construida en recuerdo de los más de 58.000 soldados franceses que cayeron en el campo de batalla durante la guerra franco-prusiana de 1870 y 1871. Fue en 1923 cuando pudimos ver concluida la obra y, desde entonces, los sacerdotes encargados de su guarda y custodia aún rezan por el alma de aquellos soldados.

A mí particularmente me resultó mucho más encantador el ambiente exterior que el interior de la basílica. Preferí desenvainar la cámara de fotos e inmortalizar todos los detalles del monumento. Su enorme cúpula que, tras la Torre Eiffel, es el punto más alto de París, o el campanario, con 80 metros de altura y la campana de la Savoyarde, de 19 toneladas de peso.

A ambos lados de la basílica se hallan las estatuas de Juana de Arco y San Luis. Si de todas maneras queréis visitar el interior, adelante. Os deslumbrará el gran mosaico de Cristo que decora el presbiterio, así como la galería de vidrieras de la cúpula. Por cierto, una escalera de caracol nos lleva a la cima de la cúpula, desde la que se tienen unas vistas increíbles de la ciudad.

– Cómo llegar

La mejor forma de llegar a la Basílica del Sagrado Corazón es en metro. Os tenéis que bajar en la estación de Anvers, o en la de Abbesse, aunque os recomiendo mejor la primera, más cercana.

Foto Vía Adri Kayak

1 ComentarioDejar un comentario

  • […] Suena la música de un viejo bandonéon… ¿Buenos Aires?. No, Montmartre, el barrio bohemio, el de los viejos artistas. Picasso, Apollinaire, Camus… Hoy su legado lo recogen sus calles y plazas, los artistas callejeros y el mercadillo de los domingos. El sabor a pan caliente cada mañana temprano, las colinas de los molinos y la Basílica del Sagrado Corazón. […]